jueves, 30 de agosto de 2012

POBLACIÓN, COMERCIO E INDUSTRIA EN LA HIGUERA DE 1852

(Publicado en la revista de ferias de 2012)
Un suplemento extraordinario del Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz en el año 1852 recogió el censo de todos los contribuyentes de la provincia distribuidos por calles y, además, recogía el importe de la contribución que cada uno de ellos tenía que pagar por sus tierras, casas y ganados.
Evidentemente, los datos correspondientes a Higuera también estaban recogidos. Para cada uno de los cabezas de familia de las viviendas del pueblo se recogían, en función de los bienes que poseían, los impuestos que tenía que pagar, diferenciando lo que era por terrenos, ganados y casas. En total lo que le correspondía pagar a los vecinos en aquel año ascendía a la cantidad de 45.484 reales de vellón y 22 maravedíes. El puesto de Alcalde, que era quien firmaba el inventario, era en aquellos momentos, lo ocupaba Juan González Cañedo.
Los datos recogidos revelan que el callejero higuereño en aquel año lo constituían 18 calles y en el habitaban unos 540 vecinos, lo que significa que el número de habitantes de Higuera superaría las 2.100 personas, superior a la población actual.
En la calle Mesones vivían 21 vecinos, mientras que en la calle Zarza eran 51 los vecinos. En la calle Alcantarilla se recogen 13 vecinos y 37 en la calle Veneros. La calle Juan de Toro (actual Juan Rodríguez Cea) estaba habitada por 55 vecinos, y en la calle Corral, 23. En calle Nueva se recogen 27 vecinos, por 40 de la calle Santo. En la Plaza estaban domiciliados 7 vecinos, que en la calle Jerez (José Salguero actual) ascendían a 69. En la calle San Lorenzo se recogen 26 titulares, mientras que en la calle Perdida (hoy Iván de Vargas) son 61 los vecinos. En la calle Mazacote se censan 9 vecinos, por 19 en el Castillo. En la calle del Arco (seguramente la actual Ruíz Bona), se anotan 13 vecinos, y en la calle Cuerno sólo 9. En la calle Santa María son 13 los titulares impositivos, mientras en el Barrio de la Virgen el censo se eleva a 38 vecinos y sólo 10 en el Toledillo.
En cada una de las calles se puede consultar las familias que vivían en ellas, reflejando el cabeza de familia y la valoración de los bienes que poseían. Además se recogía un grupo bajo el epígrafe de "Hacendados forasteros", constituidos por 13 contribuyentes y "el fondo de propios". Entre los forasteros se señala al Conde de Cerbellón cuyas tierras eran las terceras que más contribuían a la hacienda local con una valoración de 6.310 reales de vellón de producción anual imponible, sólo por detrás de los terrenos de Esteban Terreros y Francisco Cañedo, con 12.580 y 12.055 reales de vellón respectivamente.
En cuanto a la contribución por las casas, la mayor valoración era por las propiedades de María Dolores Cañedo en la calle Nueva con un valor de 2.305 reales de vellón, seguidas por las de Juan González Cañedo (calle Jerez) y Manuel Terreros (calle Juan de Toro) con una valoración impositiva de 1.960 y 1.741 reales de vellón respectivamente.
En lo referente a los bienes ganaderos por los que contribuían la mayor valoración era para Juan González Cañedo con una valoración de 12.361 reales de vellón, convirtiéndole en el mayor contribuyente de todos los vecinos al abonar a las arcas del municipio 3.047 reales de vellón y 10 maravedíes por sus propiedades. Por la ganadería le seguían Francisco Villanueva con una valoración anual de 9.091 reales, seguidos de Juan González Cerrada (6.655 reales de vellón), Manuel Terreros (6.465) y Juan Del Pozo (4.600).
Pero este no es el único censo que se recoge, sino también y quizás más interesante, a efectos históricos es el de industrias y comercios que había en aquel momento, que sirve para comparar con los industriales y comerciales que ya hemos recogido en estas mismas páginas en otros años, sacados de diferentes inventarios. Aprovechando este censo, las autoridades del momento realizaron también algunos ajustes en las declaraciones que habían realizado, adaptándolas a la realidad, para que pagasen sus impuestos conforme a la actividad que realizaban.
Existían tres mercaderes de sedas, cintas, etc.: Roque Patrón, Carmen Valcarcel y Lorenzo Mesa, que fue incluido como nuevo en el censo. Francisco Sánchez Grillo fue incorporado como abastecedor de carnes frescas.
El boticario era Francisco Contador, mientras que había 2 médicos, Manuel Chacón y Rafael Meléndez
Dos posadas eran los alojamientos disponibles para los visitantes, una regentada por María Josefa Granado y otra por Rafael Núñez, que a la vez también tenía una taberna y era el dueño de la única Abacería, tienda de jabón, aceite y vinagre que había, y al que se le incrementó su cuota porque también tenía un puesto de aguardiente.
En un pueblo con una cantidad importante de animales de trabajo y muchas herramientas utilizadas para los trabajos en el campo, cuatro eran los herreros: Francisco Carrasco, José Román (mayor), Juan Soto y Manuel Adeguero. Había 3 albeitares, que era como se conocía a los veterinarios, que eran José Díaz, Pedro Antequera y Manuel Díaz.
Relacionados con la construcción, había 2 alarifes que trabajaban un periodo de 6 meses, Juan Ferrera y José Agustín. Mientras, como carpinteros por tres meses eran otros dos, Martín la Misa y Francisco Ruíz Carrasco. A todos ellos, se le incrementó la cuota impositiva que tenían que pagar al considerar las autoridades que realizaban su labor durante todo el año, en vez del tiempo inicialmente declarado.
El gremio de los zapateros locales lo componían 6 artesanos, que eran los siguientes Manuel Portales, José González, Antonio Lozano, Manuel Cuello, José Fernández y José Lozano. Los barberos eran tres, Francisco Martín Vega, Lorenzo Mesa y Francisco Martín Morcillo
Había dos vendedores ambulantes o buhoneros, que eran Pedro Mesa y Francisco Mesa
En cuanto a las industrias de transformación de las producciones locales eran varios. Juan Colorado Cabalgante, Antonio Martín Morcillo, Antonio Rodrigo y Agustín Viera poseían una tahona que molía durante un trimestre. Las dos prensas de aceite eran propiedad de Esteban Terreros y María Dolores Cañedo, que también poseía uno de los 9 molinos harineros de un canal que funcionaban durante seis meses. El resto de los molinos eran de Juan González Cerrada, Francisco Madrigal, Manuel Colorado, Manuel Torrado Moreno, Manuel Terreros, Manuel Garrancho y Francisco Navarro.
También había una caldera de jabón de menos de 30 arrobas, en manos de Julián Delgado, y una fábrica de teja y ladrillos de Félix Almeida.

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